Los hermanos Grimm, Jakob y Wilhelm, se hicieron célebres por sus cuentos infantiles como Blancanieves, La Cenicienta, Hänsel y Gretel, Rapunzel, La Bella durmiente o Juan sin miedo. Sin embargo, no fueron los autores de estas historias sino que se limitaron a recopilar cuentos de la tradición oral alemana, destinados a los adultos más que a los niños por su violencia y contenido sexual.
Su primer libro, Cuentos para la infancia y el hogar, publicado en dos volúmenes a principios del siglo XIX, fue censurado y reelaborado en las sucesivas ediciones para suavizar el contenido, que reflejaba la extrema dureza de la vida en la Edad Media, y convertirlo en una obra destinada al público infantil. Las versiones “descafeinadas” de sus historias terminaron desplazando a los cuentos originales, que continuaban vivos en la tradición oral.
Para contentar al público burgués, al que se destinaban sus libros, hicieron significativos cambios en sus cuentos. Por ejemplo, la madre de Hänsel y Gretel se convirtió en una madrastra. En la época medieval, la escasez constante de comida hizo que los seres humanos mostrasen con frecuencia su lado más monstruoso, recurriendo al infanticidio de sus propios hijos. En este cuento, la madre consiguió persuadir al padre para que abandonase a sus hijos en el bosque para que muriesen porque no podían alimentarlos.
Mañana, de madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos. - ¡Por Dios, mujer! -replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque! No tardarían en ser destrozados por las fieras. - ¡No seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió.
La comida era una constante preocupación en este cuento: la madre intentaba matar a sus hijos para evitar el hambre de ella y de su marido y la bruja construyó su casa de alimentos y deseaba comerse a los niños.
También en Blancanieves era la madre, y no la madrastra, la que quería acabar con la vida de la joven y bella hija. En este caso, la rivalidad no se generaba por competir por los alimentos sino que era de tipo sexual.
En el siglo XIX no podían aceptarse estas madres despiadadas, que no coincidían con la imagen de la madre de la época, de modo que se hizo necesario sustituirlas por madrastras.
Tampoco el contenido sexual era sutil. En Rapunzel, la joven fue entregada a una bruja por sus propios padres a cambio de alimento. La bruja la mantuvo encerrada en una torre, aislada, hasta que un príncipe la oyó cantar y comenzó a visitarla todas las noches, escalando la torre gracias a la larga trenza de la muchacha. El resultado de esas visitas será que Rapunzel se quede embarazada de gemelos.
A mediados del siglo XIX, especialmente en Norteamérica, los libros de los hermanos Grimm fueron rechazados por maestros, padres y religiosos, que condenaron, por ejemplo, la violencia de muchos pasajes y la dureza de los castigos impuestos a los villanos.
Así, en Blancanieves, a la madrastra le calzaron unas zapatillas de hierro ardiente al rojo vivo y fue obligada a bailar con ellas hasta caer muerta.
Una de las hermanastras de La Cenicienta, para que le cupiese el pequeño zapato de cristal, se cortó un dedo del pie, pero un pájaro mágico le advirtió al príncipe que se fijara en la sangre que estaba goteando del zapato; la otra hermanastra se cortó el talón, pero otra vez el pájaro advirtió de la sangre que manaba del pie. El castigo de las hermanastras también fue especialmente cruel: sus ojos fueron arrancados por unos cuervos.
En Los doce hermanos, la malvada madre del rey es condenada por éste a morir metida en una tinaja llena de aceite hirviendo y serpientes venenosas.
En La niña sin manos, un molinero hace un trato con el diablo para conseguir salir de la pobreza. A cambio, deberá cortar las manos a su hija. Como, además, el diablo le amenaza con llevárselo al infierno, el molinero termina obedeciendo y mutilando a la niña.
Y uno de los cuentos más espeluznantes es, sin duda, El hueso cantarín. La historia tiene como protagonistas a dos hermanos que compiten por matar a un jabalí que atemoriza al reino. La recompensa para el que lo logre es obtener la mano de la princesa. El hermano menor lo consigue, pero su hermano lo emborracha, lo asesina y lo arroja por un puente para casarse con la princesa. Un pastor, pasado un tiempo, encuentra un hueso del hermano muerto y hace una flauta con él. El sonido que sale de ella denuncia el asesinato. El rey escucha la canción y condena a muerte al malvado hermano, metiéndolo en una bolsa y enterrándolo vivo.
Cuando los hermanos Grimm se convencieron de que sus libros debían destinarse esencialmente al público infantil fueron progresivamente suavizando el contenido de sus historias. Y es que, evidentemente, algunos de estos relatos eran de todo menos recomendables para leérselos a los niños antes de que se fueran a dormir.
A continuación les dejo la muestra de que los cuentos de los hermanos Grima eran macabros, y no precisamente para niños.
Tres cirujanos, para probar que son los mejores, hacen una prueba ante un posadero. Uno se arranca los ojos, otro una mano y el tercero el corazón, para, al día siguiente, poner los órganos en su sitio. Pero un gato se los come y el posadero los reemplaza por los ojos de un gato, el corazón de un cerdo y la mano de un ladrón. Los cirujanos cumplen su apuesta, pero desde entonces uno se vuelve caco, otro se zambulle en los residuos y el tercero todas las noches caza ratones.
Una princesa asegura que sólo se casará con aquel que jure ser enterrado con ella si muere primero. A cambio, ella será enterrada si es su marido quien fallece antes. Finalmente, encuentra un hombre que cumple este juramento. Pero es la princesa quien muere primero, y su marido, fiel al voto, es enterrado con ella. En la cripta logra resucitarla con unas hojas mágicas, que le devuelven la vida, pero no el amor. La princesa, ahora enamorada de un marino, confabula con este para matar a su marido: le cortan la cabeza mientras duerme y arrojan su cuerpo al mar. El complot se descubre, y el rey encierra a su hija en un barco agujereado y la abandona en alta mar para que muera.
Un molinero muy pobre hace un trato con el diablo para obtener riquezas. Este, a cambio, le pide que le corte las manos a su hija, o si no, le llevará a él al infierno. El molinero, atemorizado, le corta las manos a la niña, pero sus heridas se curan en una sola noche debido al llanto. Por la mañana, la hija del molinero abandona la casa y decide vagar por el mundo con los brazos atados a la espalda. Pronto, un rey se enamora de su belleza, se casan y le fabrica unas manos de plata. Después de varios desencuentros, provocados por el demonio, finalmente logran vivir juntos, y a ella, por ser tan creyente, le vuelven a crecer las manos. Nada se vuelve a saber de los padres, a quien la niña, todo sea dicho, les echó, no una, sino dos manos.
La versión original de Blancanieves que relatan los hermanos Grimm contiene nada menos que tres intentos de asesinato por parte de la madrastra celosa hacia la bella Blancanieves. Al principio trata de ahorcarla con lazos de encaje, luego prueba a acabar con su vida con un peine emponzoñado, y finalmente lo intenta con la archiconocida manzana envenenada. Pero tampoco en este caso logra su deseo, pues Blancanieves se ahoga y queda inconsciente, y se despierta no gracias al beso del príncipe... sino a los enanos. Ellos transportan el ataúd cuando se tropiezan con una raíz, el sarcófago se cae y el golpe hace que Blancanieves escupa la manzana y abra los ojos. Al final, el castigo para la bruja es bailar enfundada en zapatos de hierro al rojo vivo hasta que caiga muerta.
Hasta después del baile, el relato original se parece en mucho al conocido, excepto porque las hermanastras no son retratadas como teas y escuálidas, sino como francamente hermosas. Todo cambia cuando el príncipe va casa por casa probando el zapatito de cristal. Según el relato original, las hermanastras tienen los pies muy grandes para encajarlos en el delicado escarpín. Una de ellas se corta el dedo gordo para poder calzárselo, y la otra hace lo propio con el talón. Pero dos palomas denuncian al príncipe el engaño, y le hacen notar las manchas de sangre en el calzado. En la iglesia, cuando se casan Cenicienta y el príncipe, esas mismas palomas arrancan los ojos a las hermanastras como castigo.
Un hombre ve cómo un gigante se ensaña de forma violenta con un anciano y se entromete para salvar al débil viejecito, que no es otro que la Muerte. Esta, para darle las gracias, le propone un trato: promete no llevárselo al otro mundo sin avisarle previamente. El hombre vive a partir de entonces una existencia relajada y despreocupada. Un buen día, alguien le golpea el hombro. Es la Muerte. El hombre aduce que nadie le avisó jamás de que vendría. Y Ella responde: "¿Acaso la fiebre no te ha debilitado alguna vez, acaso no has dormido y todo se ha oscurecido ante tus ojos, acaso no te han dolido los dientes o te han zumbado los oídos? Esos son mis mensajeros. Y ahora debes seguirme".
El relato, aparentemente ¡nocente, acerca de una niña que es encerrada en una torre y despliega su cabello desde la ventana, tiene varias sorpresas. Sus padres la ceden a la bruja que la mantiene en la torre a cambio de poder coger unas plantas que crecen en los terrenos de la hechicera. Más tarde, el hijo del rey escucha a Rapunzel cantar y comienza a visitarla, todas las noches, subiendo a la torre gracias a la lozana cabellera de la protagonista. Pero una mañana, Rapunzel le pregunta a su carcelera: "¿Por qué crees que mis ropas cada vez me quedan más ajustadas en el vientre?" La bruja se da cuenta de que la princesa está embarazada, le corta la cabellera y la abandona en un desierto, donde da a luz a gemelos.
Dos hermanos se unen para liberar a un reino de un jabalí que destruye las cosechas y mata al ganado. El premio por tal proeza es la mano de la princesa. El menor se dirige a la guarida del monstruo y, con una lanza, lo mata. Mientras, el mayor se queda en la taberna emborrachándose. Cuando el menor regresa con éxito, su hermano le emborracha, le asesina y le arroja por un puente, para casarse con la princesa. Un día, un pastor encuentra un hueso del hermano muerto y hace una flauta con él. Pero cuando sopla por ella, la flauta canta una tonada en la que denuncia a su asesino. El rey escucha la canción y, al comprender lo sucedido, mete al hermano criminal dentro de una bolsa y lo entierra vivo.
Es uno de los cuentos menos conocidos de los Hermanos Grimm, pero también uno de los más espeluznantes. Trata sobre un hombre que está en la puerta de su casa comiendo un pollo. De pronto, ve que su padre se acerca por el camino y decide ocultar la pieza de carne para no compartirla. Cuando su padre desaparece de su vista, intenta poner el pollo sobre la mesa, pero éste se transforma en un sapo, que se adhiere a su cara y no puede quitarlo de allí. A partir de entonces, el protagonista está condenado a alimentar al sapo de por vida, o a que el batracio se coma su cara.
Fuente y agradecimientos: Ovejas eléctricas
como recuperaste todos esos datos