El entrañable y tontorrón personaje de Winnie the Pooh realmente llegó a existir y fue una osa de color negro.
H. Colebourn
Todo comenzó cuando el 24 de agosto de 1914 un tren que transportaba tropas para luchar en Europa y que provenía de Winnipeg (Manitoba, Canadá) se detuvo en White River (Ontario). El teniente veterinario H. Colebourn (1887-1947), un británico afincado en Canadá, salió del tren para despejarse un poco y vio a un trampero que, después de matar a una osa, se había quedado con una cría suya. Colebourn (foto de la izquierda) pagó 20 dólares al trampero por la osezna, a la que decidió llamar Winnie, en honor a su ciudad adoptiva, Winnipeg.
El militar decidió dejar a Winnie en el Zoo de Londres (el 9 de diciembre de 1914) para que se ocupasen de ella mientras él luchaba en el frente. Por su carácter cariñoso y dócil, Winnie se convirtió pronto en la favorita del público que acudía al Zoo. Más tarde, al acabar la guerra en 1918, Colebourn volvió al Zoo a recogerla pero, viendo el afecto que había despertado en todos, decidió dejarla allí.
Un niño, llamado Christopher Robin Milne, visitó el Zoo cuando tenía cinco años y conoció a Winnie. No tardaron mucho en hacerse amigos e, incluso, los cuidadores le dejaban pasar dentro del recinto de la osa para jugar con ella o darle de comer (curiosamente no le daba miel sino leche condensada, que le encantaba).
Christopher Robin dándole leche condensada a Winnie
El padre del niño, Alan Alexander Milne (18-1-1882, 31-1-1956), era escritor y vivía junto a su mujer Dorothy y su hijo en Cotchford Farm, en el bosque de Ashdown (Sussex). Christopher Robin decidió rebautizar a su oso de peluche, que se llamaba “Edward”, con el nombre de Winnie the Pooh.
Alan Alexander Milne escribió varias obras de teatro y novelas pero su éxito vino con los libros sobre el “Osito de poco cerebro”, que se convirtieron en clásicos de la literatura británica del siglo XX.
Alan Alexander, su hijo Christopher Robin y el oso Pooh
Peluches de Christopher Robin, que inspiraron la obra de su padre (se encuentran en la Biblioteca Pública de Nueva York)
Sin embargo, su hijo, Christopher Robin, terminó harto del personaje pues, al ser incluido (el niño) en los libros de Winnie the Pooh tuvo más de un problema en el colegio y las constantes burlas de sus compañeros hicieron que durante años guardase rencor a su padre y se volviese un chico introvertido. Además, nunca conservó nada relacionado con los libros de Pooh, escritos por su progenitor.
A pesar de ello, Christopher Robin participó activamente para que el bosque de Ashdown (el “Bosque de los Cien Acres” en las aventuras de Pooh) no fuera convertido en explotación petrolífera por la British Petroleum.
Christopher Robin Milne murió el 20 de abril de 1996.
Las hijas de Walt Disney se enamoraron de los libros de Milne y su padre acabó comprando los derechos de imagen en 1961, cinco años después de la muerte de A. A. Milne. A partir del 1966 (con “Winnie the Pooh and the Honey Tree”) Disney inició una serie de películas sobre este entrañable personaje (no tanto para Christopher Robin) que sigue gustado a los niños de todo el mundo, y a los no tan niños, incluso en la actualidad.
Fuente y agradecimientos: http://www.ovejaselectricas.es/?p=346
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