¿Acaso importa?

Miguel Monar

Miguel Monar

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Ismael Serrano - La extraña pareja



Un día más. Un día cualquiera. Pero parece que nunca va a terminar, la verdad no me importa. Siento inexplicable placer, el placer que nadie se atreve a sentir. ¿A quién le importa? La noche es joven y yo… yo aquí pensando en la siguiente ronda de preguntas sin respuestas. Parece aburrido, sí, a mi también me parece. Entonces ¿Qué hacemos?

Aunque en el camino se dibujan las vías de un tren. Aunque el tren no exista, se que se avecina el final del viaje, aunque viajar es lindo, el camino es difícil. Mejor aún. Todo el tiempo me pregunto si la voz representa algo, la verdad a quién le importa. A mi no me importa. El ocaso se acerca, me divierto en aquel casino que esta en el desierto, a estas alturas no me importa decir mi verdadera identidad, nadie me conoce, un anónimo. Creo que mis cálculos fallaron, el viaje se postergó, yo lo quise así, conocí muchas personas. Le llaman el pueblo antiguo, yo pienso que el avance no existe. Solo el futuro.

¡Un momento! La clave sol combina con la voz de terciopelo, ¿A quién se le ocurre eso? Sentado en un bar, un par de tragos sin sabor me sirven, me los mando sin pensar y de repente una mano se asienta en mi hombro. ¿Quién eres? Le pregunto. Acaso importa – Respondió-. Le dije que tenía razón y que mejor se sentara, que la noche es larga.

¡¡La noche es larga!! ¡¿A quién se le ocurre eso?! Solo a mí. ¿Llevas mucho tiempo por aquí? Le pregunte. Lo suficiente como para darme cuenta que estas solo -Me dijo tomando mi copa-. Mientras yo me servía una copa, le dije –zapatos rojos, buena marca, tal vez los mejores que haya visto, tacos de diez centímetros, vestido que combina con el brillo de tus zapatos, escote provocador, pulsera con tres incrustaciones de diamantes triangulares, aretes con puntas de esmeraldas que hacen brillar más tus ojos, abrigo de piel colgado en la pared, perfume suave pero penetrante, media hora sentada en la quinta mesa de izquierda a derecha de la parte del fondo y tu cita no llegó-. Tomándose el cabello y sonriendo con un toque de sensualidad me dijo -La noche es larga-. ¿Te gusta el vino? –Preguntó-. ¿Qué brindamos? Le respondí. -Acaso importa- me dijo.

Pidió el mejor vino. Nuestro cantinero dijo que era la mejor cosecha. La verdad no me importaba. Nos dio un par de copas y un par de servilletas. ¿Vienes mucho por acá? –Preguntó-. Acaso importa le respondí. ¿Cuál es tu nombre? –Preguntó-. Mi nombre es Olvido le dije. ¿Y cual es el tuyo le pregunté? Recuerdo -Respondió-. Entonces hay algo por qué brindar esta noche le dije. A quién quieres olvidar me dijo. A quién quieres recordar le dije. La felicidad me dijo. El amor respondí.

-Salud por eso- dijo, e hizo rechinar las copas, produciendo un profundo eco en mi memoria. Nos terminamos la botella y la sonrisa nunca se marchó.

Salimos del bar, el reloj marcaba las 02 y 45, caminamos por una cuadra, yo iba con mis manos en los bolsillos y ella con su abrigo. ¿Qué piensas hacer ésta noche? –Preguntó- Ir a casa, dormir y esperar un día más. ¿Puedo ir contigo? -Me dijo- ¿Por qué? –Pregunté- ¿Acaso importa? -Respondió-

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