Un camino más allá...

Ayer me dieron la mala noticia de que la mamá de una amiga y compañera nuestra del grupo Filosofía Integración, había fallecido. Estaba conectado al messenger y ahí la vi, estaba como 'ausente'. En ese momento, me decidí a darle unas palabras de ánimos y sobretodo mi más sentido pesar. Reconozco que soy malo para dar consejos o decir alguna palabra reconfortante en momentos críticos como este que estaba atravesando nuestra amiga y compañera, pero sin embargo, me decidí a escribirle unas palabras para intentar, de una u otra manera, fortalecerla anímicamente. Sonaría contradictorio, pero así fue.

Hoy la visité en el Oratorio 1 de la sala de velaciones de la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Mientras yo llegaba, ella justo iba a ingresar al oratorio. Ahí la vi, nos vimos y simplemente la abracé muy fuerte, ella arrimó su cabeza sobre mi hombro izquierdo y la abracé con toda mi fuerza, no me salía palabra alguna, ni siquiera nos saludamos. Luego de unos cuantos segundos, suspiré y le pude decir: "Mi más sentido pésame... Mucha fuerza!... De seguro tu mamá está junto a Dios, ella desde ya es un ángel, un ángel que cuidará y velará por ti, siempre". Después de un par de segundos simplemente me dijo: "Gracias, gracias por venir".

Entramos al oratorio, familiares y amigos de la mamá se encontraban en el lugar; nuestra amiga y compañera lucía cabizbaja y muy triste. En ese momento unos señores empezaron a tocar en el órgano, melodías religiosas, algunos familiares se abrazaban, otros lloraban... Nuestra amiga y compañera me contó que ella es la última hija de un total de tres mujeres, su mamá tenía 47 años, estaba sana y no podía comprender realmente por qué falleció.

Mientras ella iba a saludar a demás familiares o amigos, yo me quedé de pie mirando fijamente el ataúd, y observé un portarretrato que habían colocado encima de la caja, se veía a una señora joven, con buena salud. Unos arreglos florales 'adornaban' el ataúd y lo pongo en comillas simples porque hay un dicho que dice: En vida hermano, en vida... que hace alusión a que todo lo que nosotros hagamos u obsequiemos, lo debemos hacer mientras estamos con vida y no, cuando una persona ha muerto; y aquellas flores de adorno, la mamá de nuestra compañera y amiga, nunca más las iba a volver a percibir.

Me puse a pensar, qué sería perder a una madre. Doy gracias a Dios que aún la tengo con vida, y mientras pensaba en mi mamá, una música de fondo acompañaba mis pensamientos, fue inevitable que unas lágrimas rodasen por mis mejillas.

Jamás lograré entender cuál sería el sentimiento o cómo sería el dolor que produciría, la muerte de una madre, un ser que nos llevó nueve meses consigo... y lloré.

¡Las madres, nunca mueren!

Si dejan la envoltura terrenal,

suben a Dios, en espiral de nubes...

¡La madre, es inmortal!

(Anónimo)

Nuestro más sentido pésame para nuestra compañera y amiga, Lissette Aldaz Moreira.