
Todo vale a la hora de decir las últimas palabras en el lecho de muerte, pese a que no están pensadas en ser las finales. Tal vez no hay momento que desnude de manera tan evidente como el instante justo antes de morir. En ese momento la gente se puede aferrara algo amado, decir una genialidad o simplemente hacer un comentario burlón.
Entre algunas de ellas podemos encontrar las últimas palabras de John Lennon segundos después de haber sido herido de gravedad que desnudan al completo su inocencia e impotencia: “Me dieron”, simplemente alcanzó a decir. Otro John, esta vez John F. Kennedy, ante el comentario de la esposa del gobernador de Texas que le dijo: “Sr. Presidente, no puede decir que Dallas no lo ama”, a lo que Kennedy respondió: “Eso es obvio”; segundos antes de ser alcanzado por la primer bala.
Otros, como el Archiduque Franz Ferdinand, tratan de tranquilizar a su ser más cercano frente a tal acontecimiento: “No es nada. No es nada” le dijo a su mujer, tratando de calmarla, cuando fue herido por un disparo. Más equivocado no podría haber estado. Antonio José de Sucre, mientras cabalgaba en la jungla colombiana, fue sorprendido por un disparo que sentenciaría su muerte. Y, pese a nunca haber maldecido, dijo: “¡Carajo, un balazo!”
Otro que fue sorprendido por la mortalidad fue el presidente estadounidense Franklin Roosevelt que dijo : “Tengo un terrible dolor de cabeza”, momentos antes de fallecer a causa de un derrame cerebral. También una de las palabras más celebres minutos antes de morir son las de Julio Cesar que, cuando es abordado por casi todo el senado con el objetivo de asesinarlo dice: “¿Tú también, Brutus?” sorprendido por la traición de su amigo, a quien distingue entre la multitud.
Otra figura que murió en un trágico accidente automovilístico fue el actor James Dean que tenía 24 años en ese momento. Mientras iba manejando a altas velocidades en una ruta, cuando vio a un auto viniendo de frente le dijo a su acompañante, demostrando cuan seguro de sí mismo estaba: “Ese tipo tiene que parar... Él nos verá”. Las ejecuciones de personajes célebres han dado muchas frases impresionantes y emotivas. Ernesto “Che” Guevara dijo, cuando en su celda entró el soldado encargado de asesinarlo, evidentemente nervioso: “Sé que ha venido a matarme. - ¡Póngase sereno y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!”.
Otra figura importante para nuestra historia que murió en la total pobreza, tanto que le pagó a su médico con su reloj, fue Manuel Belgrano que dijo una frase que resume toda su obra y al mismo tiempo su frustración: “¡Ay, Patria Mía!”. El escritor e ideólogo español Ramiro de Maeztu Whitney les dijo a sus verdugos: "Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: Porque vuestros hijos sean mejores que vosotros!."
Las últimas palabras públicas de Salvador Allende antes de ser asesinado por la dictadura pinochetista dejaron en claro su posición frente al venidero golpe de Estado: "Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que por lo menos será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".
Más para la edad media, las ejecuciones eran moneda corriente. Muchas de las personas muertas a causa de esto fueron figuras importantísimas tanto para movimientos y revoluciones históricas como también los reyes y nobles que sufrieron esta sentencia. Quizás el más emotivo y valiente de todos es el de William Wallace que, mientras era torturado y ejecutado frente a miles de personas, en un gritó simplemente dijo“¡¡¡Libertad!!!”. Maria Antonieta, al acercarse a la guillotina para ser decapitada, nunca perdió la compostura y dijo “Discúlpeme, señor” al tropezarse con el pie de su verdugo. Otra mujer con unas últimas palabras muy curiosas es Ana Bolena, ex-esposa de Enrique VIII, quien, antes de morir decapitada dijo: “No le dará ningún trabajo: tengo el cuello muy fino”.
“Todo es tan aburrido...”
Esas fueron las últimas palabras de Winston Churchill, singulares y extrañas al mismo tiempo. También hay personas que han dicho frases muy ocurrentes y se han burlado, no solo del momento de su muerte, sino sobre el paso en este mundo terrenal. Beethoven, por ejemplo, dijo “Aplaudid amigos, comoedia finita est” (“La comedia ha terminado”) en su lecho de muerte. Sócrates, al morir por la ingesta de una solución a base de la infame cicuta, dijo "Crito, Le debo una gallina a Asclepius; no te olvides de pagarlo.". Karl Marx, en cambio, dijo una frase, antela pregunta de su enfermera, que odiaría que sea recordada “¡Largo de aquí! ¡Desaparece de mi vista! Eso de las últimas palabras es para los inútiles que no han dicho lo suficiente mientras vivían.”
Fuente y agradecimientos: http://www.taringa.net/posts/imagenes/2862104/Frases-Celebres-antes-de-Morir!.html
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